Hay personas que aparentemente pueden parecer más distantes y parecer que no necesitan a nada ni nadie, pero a veces esa distancia emocional no es otra cosa que miedo.
Miedo a depender de alguien, al rechazo, a sufrir, a ser vulnerable…
Nos ponemos una máscara y actuamos de acuerdo a esa máscara, porque eso nos da una falsa seguridad.
Incluso desde fuera lo podemos juzgar como soberbia y prepotencia, pero en realidad ese tipo de comportamientos esconden grandes necesidades emocionales.
A veces, el que menos parece necesitar de los demás es el que más necesita.
Según Erich Fromm, nos ponemos aquellas máscaras que creemos nos harán parecer normales y comunes y creemos que eso es lo correcto, aunque signifique que nuestro comportamiento vaya en contra de la forma de cómo realmente somos y dejemos de ser auténticos.
Un día te sorprendes con una armadura tejida alrededor de ti y no recuerdas que día comenzó a tejerse, lo que sí sabes es que ya no pareces ser el mismo.
Cuando estás en ese proceso de eliminar semejante trozo de hierro que se ha adueñado de ti, puede suceder que sin quererlo, el miedo a sentirse vulnerable haga que todavía te resistas.
Si realmente se quiere ofrecer lo mejor de uno, es fundamental liberarse de ese miedo.
La necesidad de control bloquea, no deja salir nuestra verdadera esencia.
Es mejor errar siendo nosotros mismos que protegernos y sufrir sin fin, destrozamos momentos y de un plumazo borramos de nuestra vida todo lo bueno que podía haber pasado, pero la buena noticia es que todavía quedan muchos buenos momentos que están por venir.
Recuerda que no existe mayor vulnerabilidad que la rigidez de mente.
Estás a tiempo de liberarte de ese yugo, de afrontar la vida sin esconderte.
Estás a tiempo de confiar en ti en el proceso de la vida.
Estás a tiempo de dejarte sentir, de liberarte de esa armadura hostil.
Estás a tiempo de vivir.
A lo largo de nuestra vida hemos tomado decisiones equivocadas o cometido hechos de los que nos arrepentimos, de eso se trata Ser humano. Algunas personas no logran perdonarse y rumian durante el resto de sus vidas… Ese intento de avanzar sin perdonarse, además de infructuoso, es una de las peores cosas que se puede hacer uno a sí mismo.
Ese rencor, ese dolor, se convierte en auto desprecio que puede carcomer por dentro.
Unos buscan anestesias para el Alma rota y deciden no atreverse a mirar al interior.
Otros, los más fuertes, deciden comenzar a ayudarse a sí mismos y liberarse de sus miedos.